En una de nuestras lecciones anteriores, estuve aquí, magnifica y resplandeciente como soy, ante vosotros, inútiles y poco atractivos como sois, pronuncié la frase brillante de que la realidad pretende no ser un espejo.
Del mismo modo, la realidad pretende no ser una película. Esto se aplica fácilmente a la realidad.
Intenta decirle a tus vecinos, caracoles dormidos, que su vida es una película. O en un sueño, alguna vez, trata de decirle a los maniquíes de los sueños que están durmiendo y que los estás viendo en un sueño. Ni el primero ni el segundo te entenderán ni te creerán. No tiene sentido tratar de persuadirlos. ¡Convéncete a ti mismo primero! ¡Necesitas reprogramación!
Sientes que estás siendo guiado por un guión externo, - esto es lo que te agobia.
Los diferentes tipos de composición se pueden aplicar individualmente o en conjunto.
Pasear en vivo tiene que ser practicado constante y consistentemente.
Los métodos inculcan nuevos hábitos que funcionan para ti.
Esperar por algo que puede o no puede suceder, es tonto e inútil.
No quieras, esperar o desear; compon tu propia realidad en su lugar.
La última vez nos rompimos la cabeza por un dilema muy complejo. ¿Qué es mejor: vivir con la desgracia o ser felizmente comido vivo? No, no era eso. ¿Qué es mejor: un hipopótamo encantador o una sacerdotisa maléfica y en todos los sentidos malévola? Pero ya me conoces, no soy realmente malévola; soy súper amable, podría comermelos a todos. ¡Soy misericordiosa y buena!
Es vuestra suerte la que es miserable y desafortunada. ¿Y por qué? Porque no es vuestra película la que se está reproduciendo en vuestra vida. No es sólo a mí a quien no le caeis bien; no os caéis bien a vosotros mismos y esa es otra de las razones de vuestros males.
¿Por qué no se reproduce tu película en tu vida? Porque no entiendes que la vida es una película, en primer lugar. Puede que lo sepas en principio, pero no eres plenamente consciente de ello. Así que os recuerdo donde estais, mis pequeños y cansados, hasta que realmente lo entendais.
En la vida normal, estás acostumbrado a ver una película en una pantalla. Ahora, imagina que estás dentro de la película. Siéntela. Aquí estás a merced del guión, pero sin embargo, tienes cierto grado de libertad. Cuando estás plenamente presente, eres capaz de llevar a cabo acciones que no están previstas en el guion actual. Recibes un grado de libertad en el momento en que te despiertas. En este momento, eres capaz de darte una sacudida y poner un rollo de película diferente. Más tarde, volverás a estar en manos del guion, pero, si no pierdes el momento, tu película ecomenzará a reproducirse mientras tanto.
La razón por la que no te gustas a ti mismo es que todas las pantallas y portadas impresas ilustran los ideales de belleza, éxito y felicidad. Y tu, eres engañado por estas ilusiones, tratando obedientemente de convertirte en algo más que realmente no eres, cada vez que tratas de ajustarse a la norma. En realidad, la belleza, el éxito y la felicidad nunca pueden ser estandarizados; son cosas con un corte muy individual. Aún así, prefieres creer en la ilusión y tratar de mantenerte al día con ella.
¿Alguna vez te has preguntado por qué es tan difícil para ti rehacerse o mejorarte? ¿Alguna vez te has preguntado por qué, en tantas ocasiones, has planeado comenzar una nueva página el lunes y nunca lo has conseguido? ¿Es porque eres un vago? No. Es porque te está dirigiendo un guión. ¿debería cambiar el guión, simplemente porque has decidido pasar a una nueva página? Tus deseos son tu trayectoria, pero esa trayectoria no está escrita en el guión y por lo tanto no tiene ningún efecto en él.
¿Alguna vez te has preguntado por qué, cuando dejas el cine todo inspirado, piensas: ¡yo también puedo hacer eso! Piensas que te volverás como él o como ella. A veces incluso tratas de emularlos, pero al final no te vuelves como ellos. La razón de esto es que aunque querías ser como esa persona, no conocías la técnica de emulación, que hemos llamado imitación, y que la técnica realmente funciona, al menos funciona cuando se lleva a cabo correctamente.
En primer lugar, tienes que creer totalmente que la imitación es posible en principio. Es posible componer no sólo la realidad sino a ti mismo, tu propio maniquí nuevo. Y al mismo tiempo, el maniquí cambiará. Al cambiar el rollo de película y el reflejo a su vez, tu cambiarás y te convertirás en la forma en que soñabas con verte a tí mismo.
¿Es tan difícil de creer, mis desconfiados? Esto se debe a que ya has intentado algo similar y no funcionó; siempre lo has intentado y fallado porque estabas trabajando en modo pasivo. En tus
sueños, te dibujas en rayos de gloria, pero esto es ineficaz, como ahora sabes; tienes que usar la trenza. Intentaste emular a tus ídolos, pero no te tomaste en serio tu enfoque porque pensaste que podías componer el reflejo directamente. No fuiste consistente porque cuando no viste resultados instantáneos, decidiste darte pto vencido.
Es totalmente realista mejorar y rehacerse, sólo que, para hacerlo, ¡debes escuchar a tu sacerdotisa! Cuando te impulsas desde dentro, puedes ser increíble. Moviéndote desde dentro, puedes llegar a ser grande. Y cuando te mueves de esta manera al mismo tiempo que mueves tu propia película, puedes transformar toda tu vida en esplendor. Um....te envidio! ¿Y por qué te estoy contando todo esto?
Y ahora, el Método de paseo: la propulsión integrada.
1 Compón una nueva realidad y tu mismo dentro de ella.
2 Finge que ya vives en esta realidad y que ya has encarnado ese nuevo yo.
3 Y, por supuesto, actua, crea, aviva la Chispa del Creador en tu interior.
Esto es lo que hablamos antes; es lo que eres capaz de hacer dentro de la película: propulsar el próximo marco, propulsarte a ti mismo, propulsarte a ti mismo desde dentro. Tómalo todo en serio, practica consistentemente y por un período de tiempo relativamente largo - siempre. Entonces, de escena en escena, de un reflejo a otro, tu maniquí y tu vida comenzarán a cambiar. Verás el cambio; de eso no hay duda.
A veces nos encontramos perdidos, vagando entre sombras de ideales que no nos pertenecen, juzgándonos a nosotros mismos por un espejo que distorsiona nuestra esencia y nos devuelve una imagen que no reconocemos. El impulso de compararnos con esas figuras retocadas en la publicidad, esos íconos del éxito inalcanzable en las redes sociales, nos lleva a cuestionar nuestro valor, nuestra belleza y hasta nuestra capacidad de ser felices. Pero hagamos una pausa. Respiremos hondo y recordemos una verdad que suele ser olvidada: la belleza, el éxito y la felicidad son conceptos profundamente personales y subjetivos. No hay un solo estándar que pueda medirlos de manera justa y exacta para cada individuo. Eres increíble, no a pesar de tus singularidades, sino gracias a ellas. Cada uno de nosotros, con nuestras imperfecciones, con nuestros trazos únicos y nuestras historias individuales, somos obras de arte vivas. No hay una sola manera de ser hermoso; hay millones de maneras, y cada una de ellas tiene su lugar en el lienzo de la humanidad. Tu belleza no reside en lo que te falta según los cánones establecidos, sino en lo que posees y que solo tú puedes ofrecer al mundo.
Y qué decir del éxito. A menudo lo asociamos con riqueza, posición social, fama. Pero ¿es eso todo? El éxito es más íntimo, más personal. Es la realización de tus sueños y aspiraciones, la consecución de tus objetivos, la paz que encuentras en tu día a día. Es levantarte cada mañana sabiendo que estás haciendo lo que amas, que estás caminando por el camino que elegiste para ti, independientemente de dónde te lleve en la mirada de los demás. Y llegamos a la felicidad, ese sentimiento esquivo que todos buscamos. Nos han hecho creer que la felicidad es un destino final, un lugar al que llegamos cuando hemos marcado todas las casillas en la lista de los "debes tener" o "debes ser". Pero la felicidad es un viaje, no un puerto de llegada. Es encontrarse a gusto con uno mismo, es reír en medio del caos, es saber que estamos vivos y que cada momento, por simple que sea, tiene su propia magia.
No podemos permitir que los estándares sociales nos definan o nos limiten. Somos más que etiquetas, más que imágenes en un escaparate. El autoreconocimiento empieza cuando dejamos de mirar hacia afuera para averiguar quiénes deberíamos ser y, en cambio, miramos hacia dentro y celebramos quiénes somos realmente. Por tanto, te pregunto, ¿qué belleza, éxito y felicidad son para ti? Da un paso adelante y reclama tu derecho a definir estos conceptos en tus propios términos. Solo así podrás liberarte de las cadenas de las expectativas ajenas y caminar hacia tu propia luz. Recuerda que eres increíble, no porque encajes en un molde, sino porque rompes las normas y creas tu propio estándar.
Imagina que tu vida es una película en la que eres tanto espectador como protagonista. Desde tu asiento, observas la trama desarrollarse, los personajes entrar y salir, los conflictos y las resoluciones sucederse con intensidad dramática o comedia jovial. Pero, ¿alguna vez te has detenido a considerar quién escribió el guión? ¿Quién decide qué línea sigue a la siguiente, qué acto lleva al clímax y cómo terminará la historia? Nos enseñan a creer que hay un guión preestablecido, un destino con líneas que recitar y marcas en el escenario donde debemos pararnos. Pero ¿qué sucede si estas palabras y estos pasos no resuenan contigo? Vives entonces atrapado en un relato que no sientes propio, siguiendo pautas que no elegiste. Las expectativas sociales, la presión de la familia, los estándares profesionales; todos estos pueden formar parte de un guión ajeno que te limita, que te impide ser el verdadero autor de tu propia vida.
Ahora bien, ¿es posible emanciparse de este guión preestablecido? La respuesta es que sí, aunque requiere conciencia y valentía. Debes primero reconocer que aunque el guión pueda haber sido escrito por otros, el poder de cambiarlo está en tus manos. Ya no es suficiente ser simplemente un actor; es el momento de ser director, guionista y crítico de tu propio filme. Una vez que tomas conciencia de la posibilidad de reescribir tu guión, te encuentras en el umbral de una auténtica libertad. Es aquí donde cada decisión que tomas se convierte en una poderosa afirmación de tu individualidad. Si la escena actual no te satisface, toma un respiro, observa con detenimiento y luego actúa con la confianza de que el cambio es posible. Hay que tener en cuenta que el mero deseo de un guión diferente no lo convierte en realidad. Cada cambio de escena requiere acción, cada nuevo diálogo se compone en la quietud de una reflexión profunda. Aquí es donde cada pensamiento consciente se convierte en una frase clave, cada intención genuina conduce a un impulso transformador. A través de la plena presencia y participación activa en cada momento, tú decides cuándo cambiar de escena y cuándo prolongar un momento hasta convertirlo en un recuerdo inolvidable.
La vida, como una película, tiene infinitos guiones alternativos esperando ser explorados. Cada decisión es un corte de edición, cada día es una oportunidad de rodaje para proyectar una nueva versión de ti y de tu mundo. Con cada amanecer, las luces se atenúan, la pantalla brilla y una voz interior susurra: "Acción". Es el inicio de un nuevo acto, una nueva posibilidad, la promesa de una historia que está por descubrirse y que, en última instancia, está escrita por ti. Ahora bien, la pregunta persiste: ¿qué escenas deseas vivir y cómo te gustaría que te recuerde la audiencia de tu vida?
¿Alguna vez te has mirado al espejo y has sentido que la imagen reflejada no correspondía a quien realmente deseas ser? Esa imagen, ese maniquí que percibes, no es más que el reflejo de las incontables influencias y guiones que la vida ha ido esculpiendo en ti. Pero, ¿sabías que tienes el poder de componer ese reflejo, de remodelar ese maniquí a tu gusto y deseo? Imagina por un momento que estás frente a un lienzo. El pincel en tu mano es la decisión, la intención, la capacidad de actuar. Cada trazo que das es una elección, una pequeña transformación. Así es como puedes comenzar a componer tu nuevo yo, tu propio maniquí. Pintas una sonrisa donde hubo un gesto serio, esculpes confianza donde antes había timidez. No se trata de negar tu ser actual, sino de embellecerlo, de potenciarlo, de descubrir que capas de ti mismo aún están por ser reveladas.
Esta técnica de 'imitación' no se refiere a la copia superficial que solemos pensar cuando escuchamos ese término. Más allá de eso, es un profundo proceso de transformación personal. Imitar significa tomar las cualidades que admiras de otros y que son coherentes con tu verdadero yo y asimilarlas hasta que se integren de manera natural en tu ser. Se trata de una transmutación en la que los comportamientos, pensamientos y sentimientos positivos que observas se convierten en una realidad vivida por ti. Para solidificar este cambio, no basta con una simple admiración o un deseo pasajero de mejora. Es necesaria una imitación activa y consciente. Observa a aquellos a quienes admiras, analiza cómo se comportan, qué los hace ser como son. Luego, como un actor que aprende un nuevo papel, comienza a adoptar esas cualidades en tu vida diaria. No de manera forzada, sino como quien ensaya una danza hasta que los movimientos se tornan naturales, hasta que la música y sus pasos son uno.
Pero cuidado, en este proceso es vital que no pierdas tu esencia. No se trata de convertirse en otra persona, sino de ser la mejor versión de ti mismo. Cada cualidad que decidas imitar debe resonar con tu verdadero ser, de lo contrario, la discordancia será obvia, tanto para ti como para los demás. Y recuerda siempre: este es un viaje personal, único, irrepetible. Tus modelos a seguir no son más que faros que iluminan un camino que solo tú puedes recorrer. Así que ahora, con calma, cierra los ojos y visualiza a ese nuevo tú. No es un desconocido, no es otra persona. Eres tú, pero con todas esas capas de potencialidad que hasta ahora no habías descubierto o que no te habías atrevido a mostrar. Ábrete a la posibilidad de que ese maniquí refleje no solo lo que eres, sino lo que puedes llegar a ser. Con la técnica de 'imitación', paso a paso, podrás componer esa imagen, esa realidad. Y cuando vuelvas a mirarte al espejo, verás el inicio de una increíble transformación, la cual se irá afianzando con cada elección consciente, con cada acto de valentía y con cada pincelada de tu voluntad en el lienzo de la vida.
La vida es el escenario y cada uno de nosotros, artistas de la improvisación, buscamos lograr esa actuación estelar que nos convierta en la versión idealizada de nosotros mismos. No obstante, ¿cómo logramos tal hazaña? La verdad se encuentra en la imitación consciente y deliberada, en aquel proceso mágico a través del cual alteramos no solo nuestra imagen sino también la realidad que nos rodea. Imagina por un momento que eres un escultor y ante ti se halla el más puro de los mármoles, listo para ser tallado a tu antojo. Ese bloque de mármol es tu yo actual y tu tarea, transformarlo en la obra maestra que represente a tu yo ideal. Pero, ¿cómo tallar esa piedra? Aquí es donde entra en juego la imitación, una técnica poderosa que implica observar y emular las cualidades que deseas poseer.
En la vida, a menudo nos vemos influenciados por aquellos que admiramos, personas que encarnan los atributos que anhelamos. Son ellos nuestros modelos a seguir y, mediante la observación detallada de sus acciones, su comportamiento, incluso su forma de interactuar con el mundo, comenzamos a grabar en nosotros esos mismos patrones. Este proceso no es mera mimetización superficial, sino una absorción profunda, una inmersión total que nos lleva a encarnar aquello que observamos. En este camino de transformación, tu reflejo en el espejo empieza a cambiar sutilmente. Ya no eres simplemente un observador de un ideal, te conviertes en su portador. Pero esta transformación también se manifiesta en tu realidad. Cada acción inspirada en tu modelo modifica el lienzo de tu vida, cada nuevo trazo pinta un panorama diferente, uno donde tú eres el eje central de una narrativa renovada y radiante.
Es aquí donde se funden reflejo y realidad, donde ya no distingues entre el personaje que deseas ser y quien en verdad eres. Esta técnica de imitación no es un juego de niños, sino una práctica seria que requiere dedicación, autoconsciencia y, en especial, acción. No basta con desear ser alguien diferente; es imperativo actuar en consonancia con ese ideal, tomar decisiones que la persona en quien te quieres convertir tomaría, y llevar a cabo acciones en sintonía con esa nueva identidad. Con cada paso que das hacia la imitación del ser que anhelas ser, la realidad responde en reciprocidad. Los obstáculos se transforman en retos, los retos en oportunidades y las oportunidades en logros significativos. Y así, como ante un caleidoscopio, tu mundo cambia con cada vuelta que das, reflejando no ya lo que una vez fuiste, sino lo que decidiste ser.
En este preciso instante, tienes la oportunidad de iniciar esa metamorfosis, de adoptar la técnica de imitación consciente para rehacer tanto tu imagen como tu entorno. No esperes un segundo más para dar el paso hacia la transformación que dará forma a la realidad que mereces, una realidad en la que tú eres verdaderamente increíble.
el Método de Propulsión. Hoy aprenderemos cómo podemos reprogramar nuestra realidad y proyectarnos hacia la versión más elevada de nosotros mismos. Este proceso no es arte de magia, sino una aplicación seria y disciplinada de técnicas que nos pueden conducir al cambio deseado. El Método de Propulsión es esa chispa de cambio, una herramienta potente para aquellos que desean tener mayor dominio sobre su destino. Se basa en el principio de que, al igual que los directores y actores en una película, podemos intervenir en el guion de nuestra propia vida, escribiendo y editando los pasajes que nos lleven a un final glorioso y satisfactorio. Para comenzar, es esencial que compongas una nueva realidad en tu mente, una escena en la que tú eres el protagonista esperado, la estrella que brilla con luz propia. Imagina el mundo alrededor como el escenario perfecto que complementa tu transformación y éxito.
El segundo paso es vivir como si ya estuvieras habitando esa realidad. Finge hasta que lo hagas realidad; encarna ese nuevo yo con todas tus fuerzas, y así, cada acto, palabra y pensamiento se alineará con ese ser maravilloso en el que te estás convirtiendo. Luego, actúa. Crea tu entorno y aviva la chispa del creador interior. Tu capacidad para influir en tu mundo es comparativamente ilimitada, solo es cuestión de despertarla y ejercerla con determinación y fe en ti mismo. Se requiere más que un deseo pasajero; se trata de una práctica rigurosa y metódica que marcará la pauta para tu nueva realidad. Es crucial entender que esta transformación no ocurrirá de la noche a la mañana. La constancia es el pilar fundamental del éxito en este método. Practica, practica y sigue practicando, con la seriedad merecida, comprometiéndote a este proceso siempre. Esto no es un pasatiempo o un capricho temporal, sino un camino de vida.
Te insto a ver este ejercicio no sólo como una técnica, sino como un modo de vivir. Cada paso que das, cada nuevo reflejo en el espejo de tu vida, es un indicativo de que tu realidad está cambiando, que tu maniquí está evolucionando hacia esa versión espléndida que tanto has anhelado. No te desanimes si el cambio no es inmediato o si experimentas retrocesos. Cada intento, cada esfuerzo, te acerca más a tu meta final. Recuerda, la repetición es la madre de la habilidad, y la habilidad transformada en hábito es la que finalmente construirá la base de tu nueva vida. Este es el resplandor del Método de Propulsión, un llamado a la acción para todos aquellos que sienten que su vida podría ser algo más, algo increíble. No es un mero juego de espera sino una práctica de creación consciente, un paseo en vivo continuo y apasionado hacia la realización de tus sueños. Y así, como aprendices de este método, cada uno de nosotros puede llegar a ser un reflejo de lo que hemos soñado ser, y nuestra película personal finalmente se proyectará en la pantalla grande de la realidad.
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